jueves, 26 de junio de 2008

Los últimos coletazos

Tras varios meses tocando las pelotas, es hora de cerrar el 'Blog Oficial de "Teoría de la Conspiración"', más que nada porque la bitácora empieza a sobrar. Ya ha terminado la serie en torno a la cual, supuestamente, estaba ambientado el blog -lo sé, luego fuimos desvirtuando el asunto y pasó lo que pasó-, y también ha finalizado el curso, por lo que las noticias escasean. Son las consecuencias negativas de la llegada del verano. Además, aquí ya no comenta ni la novia sudamericana que tenía Vicente, lo cual hace todo un poco más aburrido.
Antes de cerrar, conviene decir unas cuantas cosas:
  • Vicente me comentó el otro día que ha cortado con su novia. Dijo que fue bonito mientras duró, y apenas han estado juntos algo más de un mes. Esto, no obstante, aniquila todas las apuestas, incluso las más optimistas, que le daban tres semanas.
  • Los bollos de crema que tiene Medina en la cocina de su casa están de puta madre. Si algún día les invita al Chaparral, no duden en birlárselos.
  • Prometí que les revelaría el argumento de los llamados "Episodios prohibidos" de Teoría de la Conspiración. Bien, los más fuertes siguen guardados bajo llave, pero ya puedo desvelar la trama original de la segunda temporada, completamente diferente a la que todos visteis: en realidad, cuando Ana María dispara a Jaime, la bala impacta en un collar con el símbolo anarquista. Inmediatamente después, llegan unos nazis de los que nuestro héroe escapa. Estos nazis resultan ser secuaces del hermano Luis, quien, a su vez, trabaja para alguien de rango superior, el hermano Hitler. Hay bocetos e incluso páginas enteras con este argumento, pero el autor decidió que no debían aparecer. Además, llegó Octavio y se encontró una trama todavía más jugosa. Octavio por Hitler. ¡No me digan que no es un buen cambio!
  • No hagan caso a nadie: El incidente es la película del mes. Tan original y retorcida que saldrán del cine conteniendo la respiración. Si además son seguidores de Shyamalan, se van a enamorar de la propuesta. No se la pierdan.
  • Por si alguno todavía no se ha enterado, por fin me hecho un Tuenti, así que apresúrense a agregarme. Apenas llevo una semana y ya la hemos liado: fotos milenarias, cuentas secretas bajo nombres inimaginables (¿quién andará detrás del perfil Luis Octavio Solano Luengo?), posteos innecesarios... Todo lo que cabía esperarse, y lo que queda. Cualquier tontería, de las que antes ponía aquí, podrán leerla, de ahora en adelante, en mi Tuenti. Verán cuando empiece a subir vídeos. Lo van a flipar.
  • Entre tanto, los aficionados a mis artículos serios están de enhorabuena: pronto volveré mi viejo blog, aunque ahora con contenidos más variados y resultados mucho más interesantes. ¡Cojones! ¡Que ya era hora de volver a escribir algo con fundamento!

Reclamaciones en los comentarios, gracias.

domingo, 22 de junio de 2008

Doblete: "El increíble Hulk" + "Ace Ventura"

Lo sé, no tiene ni pies ni cabeza, pero mientras ultimo la vuelta de mi viejo blog de cine -sí, el bueno-, tengo que ir ensayando, de nuevo, la llamada crítica de cine, aunque sea a través de dos de los últimos títulos a los que he echado un vistazo.
Como ya conocen algunos de mis "afiliados", el viernes, mientras acontecía la Fiesta de los Institutos, esa que tan buenos recuerdos nos trae a algunos (captar sarcasmo), a siete osados nos dio por entrar a ver El Increíble Hulk, segunda adaptación para la gran pantalla del popular gigante verde "marvelita". La primera película, estrenada en 2003 y dirigida por el oscarizado Ang Lee -ni más ni menos que el asiático que se escondió tras las cámaras de Brokeback Mountain y la incomprendida Deseo, peligro- gozó de un éxito de taquilla relativo, pero no satisfizo en absoluto a buena parte de los espectadores que esperaban un 'blockbuster' de acción veraniego frente al que devorar palomitas a la par que contemplaban todo un oasis de destrucción. Lee, con Hulk, entregó una película de ¿superhéroes? completamente distinta, con un elenco de actores extrañamente poco comercial (¿tenía Eric Bana el carisma suficiente para afrontar el protagonismo de una producción de tal corte?) y un guión esquivo a las convenciones. Público y crítica echaron pestes de ella, aunque, realmente, se trata de una de las películas comerciales más interesantes de los últimos años. Pese a existir algunas irregularidades, el filme contaba con momentos de gran cine, como el enfrentamiento de La Masa con los tanques militares, la secuencia de Banner mirándose en el espejo del baño o todo el incontestable tramo final, de lo mejorcito del género. Sin embargo, se trataba tal vez de una adaptación demasiado cerebral, complicada y arriesgada en sus planteamientos, que se apartaba completamente de lo esperado. Precisamente, esas expectativas eran las que pretendía cubrir El increíble Hulk, que partía con la ventaja de poder ahorrarse la narración de los orígenes del personaje y pasar directamente a la acción, partiendo del punto en el que Banner, escondido en Brasil, busca de la posesión de sus propias -y complicadas- facultades. Sin embargo, la película ofrece lo que promete solo a ratos, puesto que el espectáculo únicamente alcanza el nivel esperado en sus asombrosos minutos finales, mientras que el resto, algo embarullado, apenas brinda sorpresas mayores que los guiños a Marvel y a la futura Avengers. De este modo, disfrutamos de momentos puntuales de calidad, como puede ser la lucha de Hulk contra las ondas de sonido, el inteligente juego de luces y sombras en el tramo final, o incluso el hilarante "coitus interruptus" sufrido por Banner (¿un gatillazo gamma?). Por lo demás, tal vez no hubiera sido mala idea escuchar las sugerencias de Edward Norton, implicado en el guión de la película y muy descontento con el montaje final, quedando demostrado que Leterrier, pese a ser un buen artesano, tiene mayores aptitudes para rodar las secuencias de acción más moviditas que para narrar la historia del personaje, que en algunos momentos adquiere carácter de galimatías. Es un digno entretenimiento, pero podía y debería haber estado mucho mejor. No está mal para ser la segunda película estrenada por Marvel Studios, pero más de uno la encontrará por debajo de la notable Iron Man, y, alguno que otro, de la obra de Lee.
Cambiando de tema, desde hace unas semanas, Cristian y yo -junto con algún invitado especial, como el eminente Carlos Carrillo- estamos realizando, en casa del primero, un ciclo desordenado de películas de Jim Carrey, ese genio incomprendido. Supuestamente, la primera película a la quie echamos mano fue Un loco a domicilio, pero el Loco de los Pelos había estado viendo antes, por su cuenta, la entrega inicial de Ace Ventura, con lo que me tocaba alcanzarle y verla yo mismo. Si bien de pequeño no estaba entre mis favoritas del gran Carrey, ahora es cuando realmente se pueden ver virtudes enormes en el conjunto. Mientras que, en su día, el estreno podía generar la misma expectación que hoy día, por ejemplo, generan producciones como Supersalidos o Virgen a los 40, Ace Ventura, un detective diferente se ha visto terriblemente beneficiada con el paso de los años, no solo porque, en los últimos tiempos, Carrey no ha tenido papeles de comedia de tal carácter, sino porque se trata de una película excelentemente ejecuatada de principio a fin. La historia, una chorrada, posee cierta originalidad; el personaje está muy bien perfilado; y la trama de misterio está muy bien resuelta. Su 'soundtrack' está situado de manera espléndida en el metraje, acentuando los momentos de mayor comicidad, y su actor principal está completamente pasado de rosca en un rol enorme que, precisamente, va de eso. El principio quizá sea lo más desconcertante de la película, pero la narración es muy regular y su inolvidable final está a la altura del resto. De lo mejorcito del canadiense, que incluso colaboró en el guión.
Madre mía, y esta noche voy a ver El incidente. ¡Qué nervios! ¡Llevaba años esperando este momento!

viernes, 20 de junio de 2008

Vacaciones de verano para mí...

Estimados compañeros, la vida hoy nos ha enseñado una lección: cuanto menor es el esfuerzo, mayores son los frutos. Sin haber hecho ni un puñetero examen decente en la semana de recuperación -semana marcada por las trampas y los chanchullos en ciertas asignaturas-, he recuperado tres de las cinco materias a las que me he presentado. En efecto, tengo dos pendientes para Septiembre, pero al ser Matemáticas y Tecnología (de 3º ESO), servidor puede permitirse el lujo de no presentarse, dejarlas en el limbo, y obtener, al fin (redoble de tambores)... ¡¡¡el graduado!!!
Otros ilustres compañeros de nuestra clase, como Cristian, Iván, Elena -la buena, no la Tello- o Amanda también se han visto prácticamente en la misma situación que yo, obteniendo, de este modo, el título de secundaria. Esto significa que todo aquel al que le salga de ahí puede ponerse a trabajar ya -por si acaso, yo ya le he dicho a mi madre que mire a ver si puede enchufarme en el Ayuntamiento...-.
Pasemos ahora al análisis de los hechos: ¿quiénes han sido los "Leo" de este año? Para aquellos que no estén muy al día, los "Leo" son aquellos profesores que aprueban haciendo una birria de examen, y que reciben el nombre del tutor de 4ºB debido a que este me aprobó Biología y Física y Química habiendo hecho unos auténticos despropósitos de exámenes. Este año, el amigo me ha suspendido Matemáticas, aunque a Leo se le perdona todo. Bien, como iba diciendo, los "Leo" de este año han sido Ana María y José Javier. A la primera ya he tenido oportunidad de decirle lo "guay" que es -amigos, ¡se está portando! Primero los cómics y el cojín, ¡y ahora esto!-, mientras que al segundo no le he visto, pero solo diré que, desde luego, ha ganado muchos puntos en mi "lista de gente que me cae bien", aunque todavía está alejado de mis primeros puestos.
Por cierto, aprovecho esta ocasión para comentar que he abierto una nueva encuesta por estos lares. Dado que ya salió el final de "Teoría de la Conspiración" -que todavía está por analizar-, confío en que me cuenten, mediante sus votos, qué les ha parecido. ¡No sean muy complacientes, que sino lo voy a hacer siempre igual de mal!

lunes, 16 de junio de 2008

De exámenes II: La venganza

Dicen que segundas partes nunca fueron buenas, el caso es que esta semana tiene lugar la reválida, la nueva oportunidad -en algunos casos, enésima- para aprobar de una puñetera vez las asignaturas que, envuelto en la más monumental de las perezas, decidí dejar aplazadas para Junio, bien por imposibilidad, bien por falta de tiempo.
El caso es que, de momento, el panorama se torna desolador. Fíjense como tendrá que estar todo para que me aferre a la buena voluntad de ciertos profesores...
El hecho de que Lengua esté programada para la primera hora ya es toda una declaración de intenciones: una materia que cuesta estudiar -sobre todo cuando la profesora no ha facilitado un número de preguntas más concreto-, que cuesta poner en práctica y para la que cuesta muchísimo despertarse. Arthur Bloch decía en el libro más certero de la historia, La ley de Murphy (me río yo de La Biblia) que la tostada siempre cae por el lado de la mantequilla. Amén, maestro.
Hoy lunes, ¡lunes!, me he tenido que presentar a todo, absolutamente a todo aquello sobre lo que se ha examinado. Ha sido una tarea imposible. El arrastre de cansancio y resaca de la noche de graduación convirtió en una odisea poder mirarse algo el sábado. Dormí cinco horas, pero me puse con Lengua, aunque finalmente solo pude con las primeras preguntas. El domingo continué, pero el tiempo se me echaba encima de una manera pasmosa y acabé leyéndomelo todo por encima, tras caer en lo horrorosamente frustrante que resultaba aprenderse al dedillo más de sesenta preguntas a la lo largo de todo un día y buena parte de la noche para que luego preguntase cuatro de ellas. Definitivamente, sí: el sistema falla. Lo gracioso de todo es que tenía también por ahí otros dos exámenes. Carecía de unos apuntes decentes de Educación Física, la otra gran putada del día, y Carrillo accedió a prestarme unos que había conseguido por métodos clandestinos... y que me entregó a las 23:15 h. de la noche, porque estuvo todo el día en su huerta.
Así las cosas, Cultura Clásica ni me la miré. Tenía intención de repasar los verbos y las excepciones de la primera declinación, pero fue imposible hallar un minuto para ello. Lo único que he podido volver a rememorar han sido los tres sustantivos que me ha dicho Jorge cuando salía de Lengua, que eran excepciones. Irónicamente, ha sido el examen que mejor me ha salido durante la jornada. De todos modos, siempre he pensado que C. Clásica debería tener evaluación continua, puesto que, desconociendo lo explicado en los primeros meses de curso, no se podía llevar a cabo el examen final. Como digo, el sistema falla. Los verbos los acabé dejando en blanco por desgaste mental absoluto. No era capaz de ponerme a pensar, sobre todo tras la debacle oracional del examen de Lengua, para el que había olvidado completamente que también entraba sintaxis, y, tras llevar tres semanas sin practicar, obviamente el jaleo se había desvanecido de mi cabeza. En fin, horror, pavor. El caso es que, a pesar de todo, todavía tengo esperanzas en que, aun teniendo un 4 o así en el examen, los trabajos de literatura presentados cuenten uno o medio punto cada uno y pueda llegar al cinco, que no estaría nada mal. Encomendémonos a Santa Ana María.
Tras terminar con la doble sesión en el Aula 2 -que, lo reconozco, ha acabado por producirme cierta claustrofobia, hasta que se me ha ocurrido escapar de allí aprovechando que bajaba otro curso-, me fui, tal como había acordado, a casa del maestro Carrillo, que me iba a explicar una técnica de entrenamiento para el examen de Educación Física. Me enseñó varias cosas sueltas, que se me quedaron medianamente, y Miss Tello me lo esclareció un poco en la puerta del colegio. No lo llevaba del todo mal, el caso es que una hora es completamente insuficiente para poder realizar a la perfección un examen como el exigido por José Javier. Me he quedado a medias de todo, como siempre. Dicen, aun así, que Javi suele levantar mucho el brazo en la suficiencia y, teniendo en cuenta su comprensión cuando le explicado lo rápido que se consume el tiempo y lo lento que soy pensando, tengo la esperanza de que dicha comprensión se convierta en compasión.
Resumiendo, que Cultura Clásica la he aprobado, mientras que Lengua y Educación Física son un misterio, aunque, a priori, puede ser que también, aunque dependo de segundas personas más que de mis exámenes, a los que, sin cierta ayuda, les cuesta sostenerse. Lo gracioso del asunto es que lo que está en juego ya no es el lujo de pasar todo un verano libre -hace tres años que eso no me ocurre-, sino poder conseguir plaza en un instituto que, al menos, no esté a kilómetros de mi casa. Oremos.

miércoles, 11 de junio de 2008

El fin se acerca

Tengo a bastante personas tirándome de los cojones, con la misma presión de todos los días sobre la salida del nuevo cómic y, aunque estaba previsto que apareciese hoy, de nuevo se me ha ido la mano y el asunto me está quedando un pelín largo. Hoy, de hecho, he llevado a clase las diez páginas que llevaba dibujadas para terminarlo, e incluso he permitido que dos privilegiadas seleccionadas al azar -Sara e Irene- vean en exclusiva la primera hoja, con consideraciones positivas hacia ella. Así que, de momento, los previos convencen, y el final, todavía en proceso de elaboración, aparecerá el próximo viernes, a lo bestia. Vamos a estar apretaditos porque no es un día de clase habitual y las horas no son las mismas. El episodio estará disponible desde primera hora sólo para 4ºA -lo siento, tengo que otorgarle cierta prioridad-, y, cuando ya lo hayan visto el número de personas convenientes, será traspasado a 4ºB, donde ya se lo podrán meter por el culo y dejarme en paz para siempre. ¡Joder!
No me apetece andar con fotocopias, por lo que, ya de entrada, les avanzo que la portada es una jeringuilla ensangrentada. El eslogan está dividido en varias frases, quedando resaltado que el capítulo será un "bombazo". El título ya lo saben, "Teoría del Caos. Parte II". Vuelven a salir los personajes principales (vivos) de la serie, incluyendo a Flori o a León, y también estará metido con calzador, sin tener absolutamente nada que ver con la trama, el accidente de Medina con la moto. ¿Innecesario? Mucho, pero no me podía ir de La Salle sin dibujar lo que ocurrió de verdad en el mítico trompazo que dejó a nuestro héroe, Medimán, sin medio dedo.
No hay mucho más que decir. Mañana, para abrir boca, puede que me dé por publicar el análisis del episodio anterior o, por contra, prefiera hablar de las chorraditas que hayamos hecho en el Parque de los Cojones... perdón... de Atracciones. Chiste gratuito y malo.
Y cuidado, que el viernes llega la graduación. A lo largo del fin de semana, haremos un repaso a la ceremonia de imposición de insignias más esperada, como si de los Oscar se tratase, con los mejor vestidos, los menos agraciados, y... Bueno, solo aviso que, como alguien pierda la compostura, se caiga o se pille la borrachera del siglo, mi cámara digital va a estar haciéndome compañía, y vamos a colgar una galería d efotos flipante en los días posteriores. Prometo las siguientes exclusivas: Patricia sin cinta, Emilio bebiendo una Guiness, Iván con traje y Cristian travestido. La última todavía está en proceso de negociación. Probaremos a ofrecerle lacasitos.

lunes, 9 de junio de 2008

Igual que en los sueños (y II)

Tras una brillante interpretación del primer tramo de "Pedrá", los nervios se tranquilizaron un poco y el descanso sentó muy bien a un público mayoritariamente histérico durante todo el tramo inicial del concierto. Pese a lo soberanamente difícil que había resultado conseguir un buen sitio frente al escenario, al cabronazo de Cristian -seguramente bajo los efectos de su pastilla para la alergia- se le antojó una puta botella de agua, porque, según decía, estaba seco. De este modo, me tocó sacarle de todo el gentío a duras penas. Para ello, me guié de un tío ataviado de una camiseta de Agila que -¡sorpresa!- parecía saber hacia dónde iba, y que, de espaldas, se parecía un cojón a Jorge, sobre todo por el pelo, idéntico. Sin embargo, resultó que el muy cabrón iba en realidad a los servicios. Su puta madre. Así pues, proseguí como pude entre todos los obstáculos posibles, y, finalmente, llegamos a una barra, con precios colgados y todo el lío. ¡Milagro!
Justo cuando estábamos a punto de pedir, un hombre gordo apareció con un ticket en la mano, el cual entregó a la camarera, quien, a su vez, le sirvió la correspondiente consumición. Cristian, preocupado, decidió preguntarle si, para pedir, antes había que pillar un ticket. Él nos disipó todas nuestras dudas, y tuvimos que marchar hasta el fondo del escenario, prácticamente junto a la entrada. Por supuesto, estaba hasta los topes de gente y, mientras hacíamos cola, el grupo volvió a aparecer en escena con la canción "Papel secante". De una vez por todas, sacamos los jodidos tickets y volvimos a la dichosa barra. Demencial. Mientras esperábamos, Extremoduro siguió quemando el 'setlist' con la excelente "Sucede".
Entre tanto, un tío de unos 25 años llegó y le preguntó a Cristian si en la barra vendían droga. Respondió negativamente y yo le sugerí a nuestro peludo amigo que le pasase una de sus pastillas contra la alergia, que igual le colocaba y todo. El tío comentó: "¡Esto parece un bar de putas!". Yo le dí la razón y, a continuación, me descojoné de lo lindo, llegando a la conclusión de que esa maravillosa frase, a la que nunca había prestado demasiado interés, funcionaba en todos los lugares y en todos los momentos. Una más para mi vocabulario personal. Por fin, una jovencita que estaba muy buena nos atendió, y Cristian al fin pudo hacerse con sus dos botellas de agua, justo mientras los ya olvidados músicos del escenario tocaban la popular "De acero". Tras recrearse en tomarlas, nos reincorporamos al público que todavía hacía caso a Extremoduro, pero ya fue completamente imposible volver a las primeras filas, por lo que tuvimos que ver a Robe desde la lejanía. En ese momento, comenzó "A fuego", una canción apropiada para el directo a la que, sin embargo, jamás situaría entre lo imprescindible del grupo. La llegada de este 'single', uno de los más conocidos de su pasable Yo, minoría absoluta, marcó el inicio del tramo comercial, por así decirlo, del concierto, pues después llegó la melancolía un tanto almibarada de "Standby", con el paréntesis de la genial "Pepe Botika (¿Dónde están mis amigos?)" ("Carabanchel, La Modelo, Herrera de la Mancha, Cáceres II, Alcalá Meco, Puerto de Santa María...". Joder, si es que es la madre del cordero) y a continuación uno de los himnos más aplaudidos de la noche, la ultramítica "So payaso".
La sombra de la injustificablemente desparecida "Extremaydura" se pasó por el escenario cuando Robe y los suyos se marcaron ni más ni menos que una jota como introducción a uno de los clásicos de la banda, la trabajadísima "J.D. La central nuclear". Tras gritar un buen puñado de veces, con el público como mayor cómplice, "¡Central! ¡Nuclear!", el cantante del grupo exclamó "¡A ver si explotan todas!". Sus deseos son órdenes, majestad. Por fin, llegó el momento, para muchos, más esperado de la velada... ¡"Jesucristo García"! La canción más popular de la banda y, viendo el injustísimo mutilamiento sufrido por el primer disco grabado (a mi gusto, el mejor junto a Pedrá en lo que a letras se refiere), también la más antigua junto a la inclasificable "Amor castúo", fue coreada por todo la gente congregada en el estadio. Los miembros del grupo se sacaron un interminable solo de guitarra de la manga, en el que Robe no pudo seguir del todo bien a Uoho, y, a continuación, tras comerse una parte de la letra, finalizaron la canción en una nube, con el público gritando tanto el nombre del grupo como el de su líder. Este se despidió de Getafe con un "¡Hasta siempre!" varios segundos antes de comenzar su popularísima "Puta", canción inspirada en un poema de Federico García Lorca, que ha conseguido situarla entre las favoritas de los aficionados, llegando a ser considerada entre algunos círculos como la mejor. A juicio de un servidor, se trata de un tema que, pese a tener un ritmo y un depuradísimo sonido muy por encima de la media de Extremoduro, sigue la estela de otras como "A fuego" y quizá no aporte tanto como en un principio parece a la obra compuesta por Robe. Tampoco creo que sea, por tanto, de las imprescindibles. Pero en directo es inmensa, y queda probado que a la gente le vuelve loca. La banda se marchó del escenario, pero poco tiempo después salieron a los reglamentarios bises para tocar su archiconocida "Salir", tal vez la canción con la que más comunión hubo entre público y grupo. Fue durante esta canción cuando a Cristian le llamó su madre -que, junto a Mike, había ido a Getafe a recogerle-, pidiéndole que saliéramos y escucháramos el concierto desde fuera, pues la policía les había advertido que se formaría un tapón inmenso al terminar. Cristian me transmitió dichas palabras, y justo cuando el melenudo se disponía a marcharse, me cagué en la puta y me negué a salir de allí. Mi móvil también comenzó a vibrar, pero directamente pasé del tema y seguí entregado a la brutal "Salir". Inmediatamente después, y dando fe del desenlace del concierto, Extremoduro volvió a tocar su muy popular "Ama, ama, ama y ensancha el alma", el mismo cierre y broche de oro que en ocasiones anteriores. Todo el público voceó los versos compuestos por el gran Manolillo Chinato -¿alguien sabe dónde está?-, pero la sorpresa llegó cuando, tras terminar con dicha canción, Robe y los suyos la encadenaron con la portentosa "Autorretrato", uno de los mejores temas de su interesante pero ya por entonces algo comercial Canciones prohibidas. Saltándose todo el tramo inicial y pasando directamente al tramo cañero de la canción, los hay que bailaron como posesos, sobre todo con la parte musical que, desde luego, no es original de Extremoduro y, juraría, es la que interpreta en la cuarta película de Star Wars la orquesta del bar en el que entra Han Solo. Robe se despidió definitivamente, dejando al resto de la banda en pleno éxtasis instrumental, con Uoho corriendo como un loco en el imprescindible e interminable solo final, revolcándose por el suelo y arrancando su camiseta de Sociedad Alkohólica para después arrojársela a la platea. Tremendo.
Cristian y yo no llegamos a terminar de ver el espectáculo porque, de repente, pude ver a una considerable masa de gente acercándose, poco a poco, al lugar en el que nos encontrábamos, arrastrando con ella todo lo que encontraba a su paso para dirigirse a las puertas, y, al grito de "¡Estampida!", decidimos salir por patas hacia la rotonda en la que esperaban los padres de Cristian. Mike nos hizo una foto al lado del estadio y marchamos a nuestros coches mientras, en mi cabeza, permanecía la perla final:
"Si me encierro ven a verme; un vis a vis... Caí preso dentro de mí, dentro, muy dentro de mí. Si me escapo ve a buscarme cualquier día donde quede alguna flor, donde no haya policía...".

domingo, 8 de junio de 2008

Igual que en los sueños (I)

Se esperaba una noche histórica en el regreso de Extremoduro, y la banda comandada por Roberto Iniesta no defraudó. Definitivamente, el 7 de Junio de 2008 pasará a ser, para las 35.000 personas que anoche abarrotamos el Estadio Juan de la Cierva, una fecha a recordar.
La historia comienza aproximadamente a las 19:00 h. de la tarde, justo cuando Cristian llega a mi casa para partir hacia Getafe. Bauti me había llamado antes para decirme que él, Rodri, Otero, etc., ya estaban allí. Tras un tormentoso viaje de ida en el que mi padre se perdió -le sacas de Talavera y no sabe ni dónde está- y nos vimos en medio de un atasco monumental, en el cual pudimos ver a unos 'heavies' que iban cantando "Golfa" en un coche, aproximadamente a las 21:30 h. conseguimos entrar en el estadio, con unas medidas de seguridad algo ridículas. Primero nos cachearon -menudo cacheo, simplemente una tía me tocó la cintura- y después nos pidieron la entrada, y ya dentro, con el imprescindible olor a porro en el ambiente, encontramos a Bauti y al hermano de Rodri en condiciones sospechosas, a Otero muy bien acompañado por alguna que otra fémina y, por supuesto, persuadiéndonos a ver a Cëltiber en Julio, y, supuestamente, por ahí estaba Rodri, pero fue absolutamente imposible localizarle, tanto por su estatura, como porque no estaba por esa zona. Mientras tocaba Calaña -que, sin ser mi estilo, no sonaba mal-, fuimos avanzado posiciones hasta conseguir sitio en las primeras filas.
Después, el Doctor Deseo (segundo telonero) hizo acto de presencia. Aunque la gente se sabía buena parte de las canciones y el hombre es buen animador de espectáculos (llegó a subirse a uno de los laterales del escenario, bajo por una pasarela a dar la mano al público, subió a una mujer...), me pareció un coñazo supremo. Todo es cutre con ganas, desde la estética hasta el propio nombre -¡Por Dios! ¡Si Doctor Deseo parece de reggaeton!-, y las letras son, simple y llanamente, secuelas malas de canciones interpretadas por grupos mucho mejores, como el que iba a tocar después.
Una vez terminó, se hizo la espera. Los técnicos comprobaron si todo se encontraba en orden, mientras los asistentes escuchábamos canciones de Platero y Tú, La Inconsciencia de Uoho, Antisocial -y su mítica "Follar"-, Memoria de Pez o Guns 'N' Roses. Fue precisamente uno de los momentos de mayor expectación entre el público cuando la canción emblema de estos últimos, "Welcome to the Jungle", de repente se detuvo. Con ya más de veinte minutos de retraso, ¿se iba Extremoduro a dignar al fin a salir? Por supuesto, no. Lo único que ocurrió es que cambiaron el CD y empezó a sonar "Back in Black", de los enormes AC/DC. Seguimos esperando. Un tipo melenudo salió de repente a escena, para anunciar que Extremoduro comenzaría a tocar un poco más tarde porque aún quedaba gente en las puertas. Los seguratas dejaron de pedir las entradas para aligerar un poco todo -por lo cual, pudo pasar todo aquel al que le salió de los cojones hacerlo- y el lleno empezaba a hacerse insoportable. Empujones, avalanchas de gente hacia delante y hacia atrás, acabaron por desplazarnos a todos los que habíamos pillado buenas plazas por ahí delante y, finalmente, los miles de personas que intentábamos tener nuestro hueco frente a Robe nos encontramos comprimidos, sin posibilidad siquiera de mover los brazos o las piernas -pero, ¡ey!, yo aún podía mover los dedos-. Los técnicos decidieron retirar las cortinas, por algún problema con ellas. Fue sobre las 23:30 h. de la noche cuando tuvo lugar una de las grandes anécdotas de la noche, algo que pasará a los anales de la historia. A Cristian comenzó a sonarle la alarma del móvil porque debía tomar una pastilla concretamente a esa hora. Un tipo que se encontraba al lado de nosotros lo observó sorprendido y, de repente, dijo: "¡Joder, tío! ¡Anda que invitas! ¿Qué es? ¿Droga?". Tras soltar una risotada fuera de lugar, Cristian contestó: "¡No! Es una pastilla para la alergia". El hombre, decepcionado, se volvió y no volvió a mirar a Cristian en toda la noche. Pobre.
Por fin, casi a las doce de la noche, las luces se apagaron y comenzaron a sonar los primeros compases de "Deltoya". Cuando Robe comenzó a cantar y los tramos más moviditos de la canción hicieron acto de presencia, la gente se volvió completamente loca -¡incluído yo!- y empezó a saltar y gritar como borregos, tanto que escuchar a Robe se tornaba una misión harto imposible. El concierto continuó en su línea y, tras soltar un vívido "¡Buenas noches, Madrid! ¡Qué ganas tenía de veros!", el grupo comenzó a tocar algunas de sus canciones más populares, como "Sol de invierno", "Historias prohibidas" o una magnífica versión de "Golfa", extraordinariamente adaptada al directo. Como no podía ser menos, Robe, soberamente simpático y entregado, no pudo evitar gritar un par de veces "¡Cago en Dios!". Sus razones tendría. Más tarde, llegaron las canciones nuevas, de la mano de "Dulce introducción al caos", potentísima en directo y que, sorprendentemente, ya se sabe todo el mundo. A continuación, sin detenerse un segundo, comenzaron a interpretar la inédita "El sueño", tramo de La ley innata inmediatamente posterior a la susodicha introducción, que pareció gustar bastante al público y que, a su vez, nadie se sabía... menos el de siempre -sí, un servidor-, que había conseguido escucharla usando métodos un tanto clandestinos y había pillado la letra original de la mano de la persona más inverosímil del mundo -otro día hablaremos de eso-. Tras las novedades -el líder del grupo afirmó que, cuando salga el nuevo disco, lo tocarán entero-, "Buscando una luna", "Amor castúo" y "La vereda de la puerta de atrás" volvieron a enloquecer a los asistentes, completamente entregados al espectáculo ofrecido por Robe y los suyos. Con una magnífica primera parte a sus espaldas, la banda se fue al descanso tras interpretar los primeros minutos de la larguísima "Pedrá", mi favorita de Extremoduro, personalmente.
Y hasta aquí el primer tramo del concierto. Mañana, el resto. ¿Qué hicieron los miembros de la banda durante el descanso de quince o veinte minutos? ¿Tuvo Cristian más coqueteos con las drogas? ¿Nos movimos de nuestra maravillosa localización durante el parón? ¿Qué tal el setlist final? ¿Y los bises? ¿La organización fue buena o mereció que alguien les introduciera, a cada uno de ellos, un extenso palo por el culo? Todas las respuestas y más, mañana en la segunda entrega de "Igual que en los sueños", la crónica sobre el monumental concierto ofrecido por Extremoduro en Getafe. Au revoir!

sábado, 7 de junio de 2008

El pueblo protesta: La guerra vuelve al Aula 2

¡Adiós a la tregua! La profesora más embarazada y polifacética de La Salle volvió a desatar la ira de su alumnado en la última sesión de Tortura... ¡perdón!... Cultura Clásica, tras suspender al 99% de la población de su clase, con la única -y honrosa- excepción de Jesús, uno de los mismísimos cabecillas del grupo Goblins, ni más ni menos.
¿Carnicería justificada o carente de fundamento? A falta de la opinión de alguno de nuestros teóricos habituales, Ana María esta vez optó por ceñirse de la manera más estricta y conservadora de puntuar. Así pues, alguno de los ilustres miembros de la clase de 4º ESO ha llegado a ver cómo recibía el suspenso con notas como 4'6 o 4'7. ¿Qué opina el autor -que logró un meritorio 4, exactamente cuatro puntos por encima de su nota anterior- de todo este follón?
La primera y más clara conclusión que se puede sacar es que los resúmenes (o trabajos, como quieran) sobre películas visionadas no tienen valor alguno sobre la nota final. Da lo mismo copiar dos hojas que ninguna. El esfuerzo es completamente en vano. Mención aparte para los llamados "minipuntos", arma de doble filo al que, hasta la fecha, poco provecho se le ha podido sacar.
Tampoco nadie ha tenido ocasión de ver su examen. Cuando estos no se reparten, el/la profesor/a suele dar la oportunidad de que los interesados puedan echarle un ojo. Esta vez no. Y, sin decir nada, se me antoja terriblemente sospechoso.
Ana María ha justificado su injustificable decisión de aprobar exactamente a partir del cinco en el examen -repito: olvidando el resto de trabajos realizados durante la evaluación- escudándose en "el curso que le hemos dado". Que utilice dicha táctica -que, de todos modos, ya huele- con Iván o conmigo me sigue pareciendo igual de discriminatoria, pero a mí estas cosas me dan igual: el caso es que no me creo, ni aunque delante me pongan datos científicos, que gente como Jorge o Vicente haya dado mal curso a nadie.
En fin, que el martes llega el segundo asalto con la recuperación, bajo la amenaza de que ahora apruebe sólo a partir del 7. Sobre este examen, poca cosa más se puede decir, pero resulta completamente difícil no sacar de él diversas teorías -no voy a realizar otra serie a partir de estos hechos, pero la idea es horrorosamente tentadora-, como que, por ejemplo, las notas sean ficticias y los exámenes se hayan perdido, lo que explicaría que no quisiera enseñarlos.
Ahora queda también que aparezcan las notas definitivas de la segunda evaluación, donde, seguro, también habrá polémica. Ya veremos los ecos de todo este asunto, pero el mayor error que pueden comenter aquellos que han suspendido -¡ojo! Que han suspendido con nota, no con un 0, como el huevazos de Cristian- es callarse tan solo por estar bajo la amenaza de ser enviado a Septiembre.
Haciendo uso de algún conocimiento adquirido en asignaturas que sí se pueden aprobar con algo de esfuerzo y para las cuales sí cuentan los trabajos -de hecho, incluso más que los exámenes-, cerraré el artículo con la misma frase que, en su día, utilizaron Karl Marx y Fiedrich Engels para su Manifiesto Comunista: "¡Proletarios del mundo, uníos!".

lunes, 2 de junio de 2008

¡Qué asco de vida!

Hoy tocaba hablar del último episodio publicado de Teoría de la Conspiración, pero estoy pasando por terribles problemas personales -¡en serio!- que jamás entenderían, y no estoy con muchas ganas d econstruir ahora 'post' complicados. Tampoco tengo intención de escribir el imprescindible artículo sobre las cosas lamentables, injustas, vergonzantes de la vida que todo buen blog tiene, porque a estas alturas todos deberían saber ya que el mundo es una puta mierda. He dicho.
Como estoy de bajón pero estaré peor si dejo que el blog se consuma entre tanta falta de actualizaciones, voy a contarles un poco todas las gilipolleces que se me ocurran y, si no se dan por satisfechos, es que han dejado de entender de que va todo esto.
El sábado, en lugar de salir a drogarme por ahí y meterme mierda, me dio por ir al cine a ver La niebla, el estreno más interesante de la semana -no nos engañemos, en Hal Hartley ya no se puede confiar-. Tenía expectativas medias pues, pese a basarse en un relato de Stephen King -maestro incuestionable del género fantástico y de terror-, la película tenía toda la pinta de ser un filme de fantasía y misterio de corte 'spielbergiano' con familia de por medio que termina aprendiendo una importante lección minutos antes de aparecer los créditos, y más con Frank Darabont tras las cámaras. Nada de eso.
La niebla es una de las mejores películas exhibidas actualmente. Hacía meses, por no decir años, que los espectadores no nos deleitábamos frente a una propuesta tan adulta e inteligente como la ofrecida por el inteligente Darabont, profeta cinematográfico de King, que ya han llevado a la gran pantalla títulos del autor como la extraordinaria Cadena perpetua o La milla verde. A través de una sabia puesta en escena, en sus primeros trazos el director lucha por elaborar una película sencilla, elaborando unos soberbios minutos iniciales dentro de la tienda. La película adquiere vida propia cuando el variopinto y muy conseguido conjunto de personajes comienza a interactuar de verdad para hacer frente a la amenaza escondida en la niebla. Sin embargo, una vez que el director comienza a tirar de CGI y nos muestra prácticamente con todo detalle algunas de las criaturas sedientas de carne humana que esperan ansiosas en el exterior, La niebla pierde una ligera parte de su encanto, convirtiendo en nulo el papel de un espectador que debe ver mucho más allá de la pantalla para imaginar una inteligente metáfora política construída en su día por King, algo destrozada en detrimento de unos tentáculos.
Aun así, la atmósfera está muy lograda y Darabont consigue buenos episodios de tensión y pánico que, realmente, consiguen inquietar al espectador, supuestamente el objetivo de la película. Sin embargo, es en este momento cuando quizá más de uno se dé cuenta de que, a pesar de la apariencia "casquera" de la película, con algún que otro homenaje a la serie B, el primer tramo de la película prometía muchísimo más que vísceras y monstruítos come-hombres. Afortunadamente, el director llega tiempo para corregir todo titubeo argumental regalando una deslumbrante parte final que difícilmente se olvida. Ni uno solo de los muchos elementos que componen su magistral desenlace se sitúa por debajo de lo operístico y lo insólito. Darabont se olvida un momento de todo elemento fantástico y consigue elaborar un final sorprendente basado tan solo en las meras decisiones humanas. Sin duda, el desenlace más duro visto en años. Un tremendo mazazo al que ayuda una música impactante que a más de uno pondrá los nervios de punta. Al final, la única y universal conclusión es que tener miedo al infierno es la acción más ridícula que las personas pueden cometer, cuando, precisamente, viven en él desde el mismo día en que nacieron.
¡Qué asco de vida!

sábado, 31 de mayo de 2008

Hoy toca hablar de "Lost"

Lo siento, hay un capítulo por analizar suelto ("Teoría del Caos. Parte I"), una jugosísima clase de Lengua con María José como sustituta que daría para cinco 'post' seguidos, y una prueba bastante clara de que, pese a quien pese, solo una de cada tres recomendaciones de Nuria funcionan (¿cómo pudo gustarle algo tan previsible y plano como The Contract?), pero el pasado jueves se emitieron en Estados Unidos los dos últimos capítulos de la cuarta temporada de Lost (o Perdidos, para los que prefieran quedarse con las traducciones a medias tintas de títulos tan ambiguos como el que nos ocupa), y lo mínimo que puedo hacer es dedicarle un 'post' entero, de los largos, y sin 'spoilers' considerables. ¿No es admirable?
A lo largo de las tres temporadas iniciales de la serie, hemos sido testigos de una soberbia construcción narrativa cimentada no sobre el misterio que encierra la isla a la que, por "casualidades" de la vida, los pasajeros del vuelo 815 de Oceanic fueron a parar, sino sobre las decisiones personales de cada uno de los habitantes temporales de la diminuta porción de tierra que, años atrás, perteneció a los científicos de la Iniciativa Dharma. Además de esto, también hemos conocido la historia de muchos de los protagonistas a través de flash-backs situados tiempo antes de llegar a la isla, ya sea ambientándoles en su niñez o en los días previos a tomar le vuelo. Sin embargo, como suele pasar con la gran mayoría de series de misterio, hemos tenido que soportar un buen número de capítulos de relleno en los que la trama avanzaba poco o nada, y las incógnitas presentes desde la primera temporada comenzaban a apolillarse. Sin embargo, el final de la tercera temporada constituyó sin duda el ecuador de Lost. En lugar de recurrir al típico flash-back "impactante" como cierre de entrega, los guionistas echaban mano a un nuevo recurso destinado a revolucionar el resto de temporadas: el flash-forward, vistazos al futuro ambientados en el tiempo posterior al regreso de seis supervivientes de la isla. La cuarta temporada, bastante más breve que las anteriores -debido a la huelga de guionistas-, sin ser mucho más compacta que cualquiera de sus predecesoras -la tercera es enorme, amigos-, cuenta con muchos menos altibajos. De acuerdo, tenemos "Eggtown" (cap. 04) o "Something Nice Back Home" (cap. 10), pero también el porcentaje de capitulazos en una sola temporada ha aumentado considerablemente. Podríamos decir, incluso, que cada tres capítulos veíamos una pequeña maravilla. "Confirmed Dead" (cap. 02), "The Constant" (cap. 05), "The Shape of Things to Come" (cap. 09), "Cabin Fever" (cap. 11) y toda la 'season finale' de "There's No Place Like Home" (caps. 12, 13 y 14) nos han devuelto la confianza en una serie en la que muchos habían dejado de creer desde la apertura de la escotilla. Y ya ha llovido desde entonces.
El capítulo arranca inmediatamente después del flash-forward del último episodio de la temporada anterior, con Jack gritándole a Kate la necesidad de volver a la isla. Con un marco temporal situado tres años después del accidente (2007), a lo largo del capítulo nos reencontramos con el resto de supervivientes que volvieron de la isla, incluyendo a Walt. La mayoría habla de un tipo llamado Jeremy Bentham, hombre que, al parecer, los ha visitado uno por uno y, ahora, ha muerto repentinamente tras un supuesto suicidio. ¿Quién es Bentham? Tranquilos...
La acción ambientada en la isla no desmerece en absoluto del resto. Es la pura y dura 'season finale' de Lost de toda la vida, con muchas, muchas explosiones, que incluso se atreve a homenajear la frase más popular de El Mago de Oz ya en su título. Secuencias de acción muy bien rodadas (el asombroso enfrentamiento entre Sayid y Keamy), así como otras maravillosamente planificadas en el carguero, y una trama en la que, de nuevo, se impone la tremenda inventiva de los dos mejores escritores de televisión, Damon Lindelof y Carlton Cuse. Hay romance y vemos los dos besos más emocionantes de toda la serie -tal como dijeron los guionistas, mejores que cualquiera de los de Anatomía de Grey-, y también hay material suficiente para que los 'desmondófilos' en potencia nos emocionemos... lo cual no significa que haya viajes en el tiempo por su parte.
En cuanto al hombre del ataúd, el misterioso Jeremy Bentham... Quien quiera ahorrarse el tremendo mal rollo que desprende la impactante escena final, que tan solo pinche aquí, y vea la imagen más esperada de los aficionados a Lost.
Buff, y hasta Enero no llega la quinta temporada...

martes, 27 de mayo de 2008

De exámenes

No es que no tenga temas sobre los que escribir, teniendo en cuenta que en los últimos días he visto desde pelis de Jack Black, pasando por vídeos rarísimos de Extremoduro, hasta una exhibición de cadáveres despellejados, por no hablar de los sueños tan chorras que estoy teniendo últimamente, en los que me han llegado a quemar la casa, me han puesto una coraza de alambre en la cara y he descubierto que Amanda es mi hermana. Lo normal en estos casos es ir al psicólogo, pero eso es para ricos, y además estoy ahorrando para el videojuego de Lost.
Simplemente, estoy de exámenes, y así no hay quien saque tiempo para escribir. Hoy he hecho tres verdaderamente redondos -¡en serio!- de CC. Sociales, C. Clásica y Ed. Física (en este orden), pero la perfección cuesta, y tengo que descansar y, ¡sí!, preparar definitivamente el cómic que aparece mañana. ¡Gracias por su comprensión!
P.D.: Si ven por ahí a Ana María en los comentarios, o notan que, últimamente, escasean desacreditaciones hacia su persona, no se extrañen, porque he vendido mi alma al diablo y, definitivamente, tiene la dirección de este blog. Pero, ¿qué me dicen del sobresaliente que voy a tener en Lengua?

domingo, 25 de mayo de 2008

Los viejos rockeros nunca mueren

Perdón por la falta de actualizaciones de estos últimos días, pero es que desde el jueves me mantengo en estado de 'shock' tras haber visto la película del año. Teniendo en cuenta que estoy escribiendo a 27 letras por segundo, la euforia aún sigue dándome bien por culo, por lo que tendremos otro artículo de esos larguísimos y adrenalíticos, del rollo "montaña rusa".
Que le jodan a la crítica y a los nostálgicos de pacotilla: Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal es, exactamente, la película que todo fan de la saga llevaba años esperando. Por supuesto, habrá quien le ponga mil y una pegas a la nueva propuesta del indestronable Steven Spielberg, pero películas perfectas no hay ni tan siquiera en la trilogía previa a esta esperadísima y completamente satisfactoria entrega.
Todo aquel que no tenga ni puta idea se quejará de que Harrison Ford salte desde un coche hasta el asiento trasero de la moto de Shia LaBeouf, mate comunistas en un abrir y cerrar de ojos y utilice su látigo con la facilidad con la que un bebé usa su sonajero. Amigos, fantasmadas así hemos visto en filmes predecesores y no conozco a nadie -especializado o no- que no tenga a cualquiera de ellos en alta estima.
Todo aquel que no acepte que los años pasan y, con ellos, las tecnologías mejoran pondrá pegas a la traca final de Indy IV. Cierto es que la no siempre fiable mano de George Lucas ha tirado mucho de FX para el resultado final, y que, de cuando en cuando, la orgía colorista y visual brindada por Spielberg y el padre de Star Wars se antoja completamente abrumadora, pero esa no es, en absoluto, una razón justificada para renegar del magnífico espectáculo operado por un director eternamente en forma. ¿No nos puso a todos los cojones de corbata el desasosegante CGI de Transformers? Menos lobos, y más cuando hablamos de un 'blockbuster' que, en comparación con la gran mayoría de superproducciones estrenadas en temporada estival, apenas hace uso de técnicas así.
Por último, todo el que crea en el vudú, en un Arca de la Alianza que retiene espíritus o en un caballero que permanece vivo desde hace siglos gracias al Santo Grial no entenderá de ningún modo que en Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal haya extraterrestres merodeando por ahí. Además de una saga de aventuras, las cuatro películas protagonizadas hasta ahora por el Hombre del Sombrero han contado con elementos fantásticos. ¿Por qué iba a ser esta menos? Los anteriores films han homenajeado a los seriales de los años treinta y cuarenta, el 'pulp', etc. La acción, ahora enmarcada en plenos años cincuenta, abarca ahora la moda de la época: el furor por los seres de otros planetas y galaxias, o incluso Tarzán -explicación que respondería a la escenita de LaBeouf avanzando entre lianas-. ¿Qué hay del rollo atómico? También por entonces estaba en pleno auge, y además la escenita del frigorífico es la madre del cordero. ¡No me digan que no merece pasar a la galería de clásicos de la saga!
Por lo demás, se trata de una excelente película de ciencia-ficción y aventuras. Sigue la estela de las anteriores entregas, recuperando agradecidamente al personaje de Marion Ravenwood, y no defrauda en lo que a entretenimiento se refiere. La planificación y coreografía de muchas escenas pondrá la carne de gallina a los más detallistas (el duelo de espadas entre LaBeouf y una excelente Blanchett)-, y la escena final dejará satisfechos a todos aquellos que deseaban un final feliz para Indy que no fuera cabalgar en medio de una puesta de Sol. Cierto es que hay algún detalle por pulir, como el insuficiente carisma de algunos personajes que daban mucho más de sí y una narración algo deslavazada -principalmente debida a la presión sufrida por Koepp a la hora de redactar el guión, sin tiempo para demasiadas reflexiones y tomando ideas "originales", por así decirlo, de otros autores que también intentaron participar en la cuarta película-, pero eso no es, en absoluto, suficiente para renegar de un 'blockbuster' que llevábamos tiempo deseando y en ningún momento ha ofrecido menos de lo prometido. Incluso un sesentón Harrison Ford da la talla recuperando su personaje emblema -con permiso de Han Solo- con una forma física estupenda que ya quisieran para sí muchos con algunos años menos. Véanla en el cine o lo lamentarán eternamente.
Cambiando de tema, el nuevo episodio de 'TDLC' tampoco estará listo para mañana, pero ¡ey! la cosa marcha bien y probablemente para el martes esté. Supongo que, al menos, les tranquilizará el hecho de que el guión está redactado y ya hay más de una página terminada. Como cuento con bastante poco tiempo, la narración ha quedado un pelín acelerada y me he visto obligado a suprimir un larguísimo flash-back inicial con el hermano Luis en Octaville, justo después de ser disparado, pero les compensaré con una de las escenas de acción más bonitas y curradas de toda la serie.
¡Putos exámenes! Así no hay quien haga nada...

miércoles, 21 de mayo de 2008

El final de "Teoría de la Conspiración", antes de lo que piensan

Soy cínico, egocéntrico, misántropo y, a veces, hasta tengo sueños en los que les demuestro científicamente que soy superior a todos ustedes, pero eso no significa que carezca de conciencia. Por ello, he decidido que, aunque la gran mayoría de las personas que me leen me parecen de lo más estúpidas, después de haber dibujado 20 cómics de seis páginas por capítulo, la histroia merece un final, y ustedes merecen leerlo.
De este modo, anuncio definitivamente que "Teoría del Caos. Parte I" ya está en marcha y, si tengo tiempo, puede que este listo para el viernes, dejando la segunda y última entrega para la semana que viene. En caso de que no consiga tenerlo preparado para el viernes, aparecerá igualmente la próxima semana, sin alterar la fecha del último episodio.
No habrá ninguna serie tras Teoría de la Conspiración. El ritmo de trabajo lo llevo fatal, y el proceso de elaboración es realmente soporífero: hacer una lista de ideas, elaborar un borrador, escribir el guión definitivo, dibujarlo, inventar una portada acorde con la tónica del episodio... Todo eso, contando con que no haya sorpresas de última hora. Hay días que he tenido un cómic preparado con antelación y he tenido que borrar viñetas debido a ciertas "novedades", e incluso volver a montar todo el cisco y reelaborarlo de nuevo. Por no hablar de lo que yo denomino "Episodios Prohibidos", capítulos enteros que no han visto la luz porque no se podían sacar así como así. Especialmente significativas las dos primeras entregas de la segunda temporada, que cuentan con versiones completamente distintas, tanto en historia como en desarrollo. No es que la calidad sea inferior, el problema está en ciertas cosas que aparecen relatadas en ellos. También hay alguno de la tercera temporada que permanece guardado en el mismo cajón, bajo llave. Muchos retrasos se deben a estos, digamos, descartes de última hora. Algún día abriré aquí un ciclo de artículos especiales en los que soltaré poco a poco las burradas que han podido florecer en mi abrupta cabeza.
Recuerden, recuerden, el próximo viernes. Y no se me amariconen, que encima que me estiro, vendrán poniendo pegas.

lunes, 19 de mayo de 2008

Exactamente, el tipo de 'post' que no cuenta nada...

No tengo absolutamente nada de lo que hablar, pero la bitácora empieza a apolillarse y hay que recurrir a chorradas para darle un poco de vida a esto.
¿Hablamos de las Ferias? No hay mucho que contar. "Salir, beber, el rollo de siempre, meterme mil rayas, hablar con la gente, llegar a la cama, y joder...". ¡Si es que el gran Iniesta ya lo dijo todo! Vi borracho a medio universo, también vi a Medina Azahara, a las sorprendentemente poco creciditas amigas de mi hermana -y pensar que, de pequeño, me iba al colegio con ellas todas las mañanas y me sacaban seis cabezas...-, y creo que también vi doble, especialmente el viernes, día en que, si mal no recuerdo, regresé flotando a mi casa. Nada relevante, otras Ferias más con mucho alcohol y poca emoción. Que el hecho de haberme comprado unas gafas de sol y un colgante de Led Zeppelin sea lo más reseñable, junto al concierto del sábado noche, dice mucho de lo bien que ha estado todo. Definitivamente, me remito a mis propias palabras: "Putas Ferias. Lo único bueno son los fuegos artificiales".
Tampoco me apetece hablar de Lost. El capítulo del jueves, como inicio de la 'season finale', no estuvo nada mal. Vuelve el espíritu que tanto me gusta de "aquí-va-a-pasar-algo-gordo-y-hemos-de-estar-preparados", pero, como pasa siempre, da la sensación de que lo más positivo de la última tanda de episodios está viéndose desterrada para el final. El flash-forward de los seis de Oceanic, bien, aunque muy obvio, con el consabido mal rollo post-llegada (el cabreo de Sun, los números en el cuenta-kilómetros del Camaro de Hurley...) y un cinismo bastante previsible. En cuanto a lo acontecido en la isla, lo más destacable es el auge de Daniel Faraday como líder del rescate -preveo nuevo personaje estrella para la quinta temporada- y la aparición sorpresa de Alpert en medio de la selva. La historia de Ben y Locke continúa en su línea -cada vez tengo más claro que Ben puede hacerlo TODO-, con un final excelente que puede dar paso a, esperemos, unos dos capítulos finales a la altura del inigualable desenlace de la tercera temporada.
Por otro lado, hoy ha tenido lugar el regreso por todo lo alto a ese antro llamado colegio, y realmente en las dos primeras horas no se ha podido hacer mucho más que dormir y dormir. Por suerte, el recreo me ha despejado un poco, y desde aquí anunció que Goblins busca nuevo nombre. Iván va pasando por ahí una hoja con sugerencias, pero, como ex-bajista, no puedo hacer otra cosa sino solidarizarme con ellos: adelante, dejen sus comentarios con la propuesta que consideren acertada. A mí me sigue encantando Pastilla-La Mancha...
Por cierto, Extremoduro ha vuelto a los escenarios y el público está respondiendo muy bien. Demasiado bien, diría yo... Se confirman mis sospechas de que el nuevo disco será una obra maestra, a tenor del tema exclusivo filtrado en Santander, pese a la horrorosa acústica. Recuerden, el 7 de Junio en Getafe. Ahora o nunca.
Para completar, solo un aviso: faltan tres días para el estreno de Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal. ¿No es para emocionarse? ¡¿No es para follarse a una cabra?!

sábado, 17 de mayo de 2008

Una pausa para la publicidad

En medio de este cronicón de Ferias que, a lo tonto, estoy montando por estos lares, nunca viene de más una pequeña referencia cinéfila, porque, amigos míos, ayer volví a creer.
Basta con volver la vista atrás para darse cuenta de que el cine se cae a pedazos, no solo por todo aquello relacionado con la piratería y las cuantiosas pérdidas de dinero sufridas por más de una productora ante el cada vez más frecuente fracaso de muchas de sus "películas-estrella" de la temporada. No es difícil perder la fe en la industria que, nos guste o no, manda en el séptimo arte; sin embargo, de vez en cuando, alguien pone los cojones encima de la mesa y, en medio de un mes completamente abarrotado de 'blockbusters' -Iron Man, Speed Racer...- decide estrenar el film más sencillo del mundo, una película de acción de poca monta... y logra superar sin problemas a esas ambiciosas ofertas destinadas a reventar taquillas mostrándose, por lo demás, bastante insatisfactorias. Sentencia de muerte, de no ser por el inminente estreno de Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal, podría haberse convertido sin problemas en la gran película de este mes. Película de venganzas a la vieja usanza, que nos consigue devolver, a golpe de estética y guión, a los tiempos en los que Charles Bronson campaba a sus anchas por taquilla con películas tan inapropiadas -tachadas por muchos de "fascistas"- como Yo soy la justicia.
Sentencia de muerte se basa en una novela del mismo autor que la original en la que se inspiró la película de Charles Bronson, que a su vez es la secuela imaginaria -misma temática, diferente contexto y personajes- de Yo soy la justicia. En efecto, este nuevo film sigue esos derroteros, de nuevo mostrando como un ciudadano de lo más normal cambia completamente de la noche a la mañana tras el asesinato de su hijo a manos de un joven cuyo único objetivo era entrar a formar parte de una banda urbana. Al considerar insuficiente la pena que la Ley puede imponerle, el padre de la víctima decide no declarar en el juicio, tomándose, de este modo, la justicia por su mano. No obstante, esto desencadena una reacción por parte de la banda a la que pertenece el joven, y el padre -extraordinariamente interpretado por el gran Kevin Bacon- verá como el resto de su familia es amenazada.
Producción sencilla, con una estética más propia de un 'revival' que, no obstante, llega a tomarse en serio un algo incongruente guión que, de primeras, habría sido imposible de dirigir en manos de otro director que no fuese el asiático James Wan, jovencísima promesa destinada a reinventar buena parte de los géneros que despuntaron en los setenta y ochenta, como ya han demostrado sus notables dos incursiones en el género de terror: la efectiva y sorprendentemente taquillera Saw, y la curiosísima e incomprendida Silencio desde el mal. Tal vez el principal problema de la película se encuentre en su algo insuficiente libreto, bien adaptado en lo que se refiere al contexto donde se sitúa la acción, pero poco original en cuanto a la necesidad de ideas que pide el filme para ser verdaderamente compacto. Por suerte, la realización es impecable. Wan no para de homenajear tanto al precedente cinematográfico de Sentencia de muerte como al suyo propio, mostrando una plasticidad realmente desagradable en lo referido a la crudeza de buena parte de las escenas de acción. Gran detalle el de la fotografía, más pálida conforme avanza la trama y en constante "armonía", por así decirlo, con lo que se ve en pantalla y se relata.
Destacable su tramo final, el mayor desafío a la hora de trasladarlo a la película. Wan logra que el mensaje -que a más de uno le parecerá harto discutible- ahonde en el espectador sin que este lo tome a broma macabra, tirando de diálogo a través de una operística y larga escena final, que se abre desde el propio momento en el que un envejecido John Goodman -en cartel desde la pasada semana con Speed Racer- proporciona armas a Bacon, y culmina brillantemente en una especie de iglesia derruída. La maravillosa puesta en escena y un escalofriante plano final cierran una película quizá algo "peligrosa" en sus planteamientos pero verdaderamente bien ejecutada.
En cuanto a los controvertidos últimos segundos, decir que, en realidad, aunque no llegue a mostrar el destino del personaje de Kevin Bacon, dejan claro que la película, en general, gira en torno a una gran venganza y no a los personajes implicados en ella. Tampoco vemos "ciertas" defunciones pero, no obstante, Wan lo sabe dar a entender perfectamente, tal como hicieron los hermanos Coen en determinados momentos de su obra maestra No es país para viejos.
No hagan caso al injustísimo vapuleo que está sufriendo la película en lo que a crítica se refiere. Sentencia de muerte es la mejor película que no has visto este mes. Que no te eche atrás un título muy poco pegadizo -a pesar de ser una traducción literal, Death Sentence suena muchísimo mejor- y un eslogan a lo Dostoievski -"Crimen. Castigo."- frente al original "Protect What's Yours" ("Protege lo que es tuyo"). El viejo Kevin Bacon tiene razones suficientes para merecer una oportunidad.
De las imprescindibles de este año, y sin duda la gran sorpresa del curso, junto a las estupendas This is England y La sombra del cazador.